— Reconditeces — Presiento mi presencia en congelados soles, en desnudez de agua, pudorosa y serena, como niños que juegan a pétalos caídos y se tornan capullos, soñolientos y tristes. Será que mi presencia en auroral rocío; yéndose no sé adónde a embriagarse de sol; tal vez a soledades ubérrimas de mí con el sino del alba, o la estrella dormida, y siendo la presencia que se quedó en el Tiempo, estática y perenne como roca impasible que inconmovible espera, el retorno del ave, en la ola inconclusa. Iracunda y cansada, condenada a morir, a los pies de la arena. Borrará esta presencia, en el ocaso inmersa, tierno girón de noche e indiscretas estrellas. En el letargo insomne de mis ojos sin llanto; que es el gemir del mar, eterno y solitario. * * * Aída Amador Santiago nació en el año 1922 |
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