Andrés Castro Ríos



— El hombre —

El hombre con su muerte proyectada
en el rígido espejo de la ciencia,
dobla la tempestad de su existencia
a fuerza de haber sido sombra o nada.

A fuerza de que fue carne imantada,
hueso gris en el pulso de la ausencia,
lleva su muerte en flor, su no-conciencia
por corona de dichas una espada.

Por corona de dichas un tormento,
una angustia de sal y un pensamiento
perdido sin razón, nunca pensado.

Perdido sin razón el hombre calla,
porque sabe, al final de la batalla,
que es un poco de polvo desatado.

* * *

— Un destello de luz... —

Un destello de luz y una medalla
en el camino de un hermoso cuello,
era de pronto un celestial destello
cantando al alma por donde ella vaya.

Una herida mortal que no se calla
andaba a ciegas tras el cuerpo bello
y de los pies subiendo hasta el cabello
era una dulce y musical batalla.

Pasando por la lluvia y por el viento
comenzar a querer desde el final
pensando que lo eterno es un momento.

Ese amor que es celeste y es mortal
duerme en el pecho con el sufrimiento
guardado como un mismo madrigal.

* * *

Andrés Castro Ríos nació en San Juan en el año 1942

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