— La catacumba — Esta mañana... ¡cómo crece la luz adelantada, multiplicada en pétalos interminables con sus llamas! Esta mañana... la catacumba me acorrala con su millón de cirios que rezaban, en el amplio escenario que los siglos no apagan. Esta mañana es noche de secreto interminable donde la lámpara del alma palpitaba con aceite del templo. ¿Dónde está el templo? ¿Dónde la cita celestial que Jesús nos daba entre la noche y el día, entre estrellas que aguardaban la vida soleada? ¿Dónde el mensaje que nacía en vasijas de vino? y en pedazos de pan con escamas de pescado tan tranquilo? Ese profundo bienestar venía del hondo pasadizo del camino. alargando, poderosamente, la mirada del Padre creador, sobre el mundo, con la gente y las cosas que aún ofenden, cambiando de color el universo que no duerme. ¿Y hoy? Está aquí esta mañana como radiante espejo del ayer. Y los oscuros repliegues de la historia se llenan de una luz que todo lava. Y el Verbo en catacumba va llenando muchas almas de un fluido verdor que nunca acaba, mientras el todo de la noche es sólo bosque de palabra y esa voz primigenia calcula de las cosas la emoción en firmamento pleno de esperanza. * * * |
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