— Adjuntas — Adjuntas: ambos somos algo el uno y el otro en nuestra sangre. Guilarte, cerro-pupila, cerro atalaya. Cerro donde mi ser se echa a soñar... Señor de los cerros de mi pueblo. Tú creces por detrás de mi silencio en un tejido de neuronas de árboles y riachuelos. Lago Garzas: sereno, quieto espejo entre albas noches y atardeceres. ¡Cuántas veces mi alma te ha cruzado sola ... sola ... sola ... montada en una metáfora de silencios y palabras bajo los plenilunios cenicientos y el callado rumor de las luciérnagas. Por los sótanos de mi sangre una alegría de bohío indígena acuna en su pecho al Portillo, Yahuecas, Ciénaga, Juan González. De esa sangre que tú nutriste, Adjuntas, mi cántico para ti sale hecho verso, hecho ave. Sin embargo, yo te he visto , mi pueblo tantas veces con tu dolor de calle solitaria torcer más allá de la esperanza, torcer más allá de la oración ... torcer más allá de todas las miradas. Tal vez te duele el dolor de aquellos a quienes se les cae la vida poco a poco sobre el asfalto. Te he visto tantas veces triste como si una angustia de ciclón te persiguiera, o una desesperación de terremoto te encenizara la frente y una ansiedad sin límites te acosara. ¡Que despierte el Gigante para que custodie tu alma de robles florecidos sobre el paisaje. * * * Antonio Alvarez nació en Adjuntas en el año 1944 |
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