— A veces — Sigue la luz, quisiera, mientras buscas la candente luminosidad próxima, señalarte un paso, una salida, un libro quisiera, resguardarte de la oscura llama que el amor nos deja... Quisiera la espesura adornarla con puntos de fuego equidistantes, motivos que flameen en la cúpula de presentido universo de esquemas por guiarte mientras se desmorona la torre y se descompone el sólido edificio la catedral, el puente, la muralla, las rejas el foso, la trampa, las almenas, cuerpo deidad sin equilibrio en mi lecho una noche rendida ahelando, regada, derrotado, quisiera por siempre nuevamente. Si quimera, como luminosos versos al aire norte darte con la fuente repetitiva de los lirios quisiera que fecunden abejas las semillas de un sueño que germinen en resplandores tibios que a veces el amor nos deja... * * * — Lirios — Nos juntan las guirnaldas risueñas de la muerte que adornan la carroza celeste que nos porta al vacío que en tu pecho de nácar vi una noche a mi corazón blanco, hueco y entumecido a mi delirio cuerpo de pájaro enjaulado a tus formas de arcángel delirante en el circo... Nos llevan y nos juntan en su lazo de versos en besos que recorren campos secos de espinos en amor de maneras delicadas y oscuras libres de no decirnos, virginales y efímeros. El amor nos resguarda efebo solitario asombrado de verse en cantados aromas de hallarse en pasadizos tan raros y tan nuevos de anciano ciego niño. Cuitados y contritos a la primera broma de la luz sonreímos y nos vibra en las venas un flujo misterioso... una paz indecisa, un miedo... cierta angustia... Nos lanzamos heroicos sin más pensarlo al ruedo de las barcas finales, al mar de los olvidos de no ser labio y rosa sino lívidos lirios. * * * Antonio Bouo nació en San Juan en el año 1944 |
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