— Soledad — ¡Cuánta ausencia hay en tus labios! ¡Cuánta presencia hay en tu nombre! Mito de silencio colmado de placeres, templadas voces que destilan poemas. Como no rendirte culto si te gestaste en los pechos de terciopelo mirada cuando mi verso apenas existía cuando no conocía al río mucho menos sus amores cuando aun mi alma no enjugaba el llanto del mar en sus pupilas. Como no recordar… tenaz compañera de estudios, de irrevocables travesuras y fugaces amoríos, que me enseñaste a amar la naturaleza aprendiendo de tus labios, a recrearme en su espíritu. Como no entender que vale mas tu compañía que los aplausos reverentes del absurdo compromiso que nos convierten en Prometeos de la vanidad, olvidándonos que somos alas de libertad existencial. Seguiré abrazando tus pasos, noche a noche soñaré contigo y tu rostro reflejado en el mío forjará su presencia en la mirada de mis versos. * * * — Diosa del mar — Presa del coqueteo de tu grácil espuma late mi corazón sediento de amar entre caricias de cálidas olas que guardan el secreto de tu inmensidad. Frágil, silente, inquieta, sonora... observo tu tenue perlada aurora para luego navegar cruzando los puntos cardinales sostenidos por tu profundidad. A veces pienso que soy caracola, rodeada de sirenas y estrellas de mar pero mis pensamientos se desplazan sobre tus aguas melosas que me devuelven a la arena para abrazar a tu mar. * * * Celia Altschuler nació en Mayagüez en el año 1954 |
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