— Los apasionados — Somos apasionados por causa del sonido y la idea, la gracia y la ironía, los tonos y las promesas, los silencios sin mudez, el trino que se regocija y las certidumbres que se transmutan en valores, el fuego y las lealtades, las tristezas y las fantasías. ¡Qué ricamente nos llena la ola, qué interiormente se subjetiva nuestro el espacio, qué lecciones de unidad y convocatoria nos la Naturaleza concede, gravedad y entropía, dualidad y orden asimétrico y así guarda como monstruo la Maya sin miopía! No tenemos que vomitar hasta el asma ni fatigar al pulmón para gritar el dolor de la vida y las fases de dicha. Ni el final del camino, con la cara del luto. La muerte es inevitable y señera. Tenemos ojos para ver a los Nadie en praxis de purga cotidiana y aprendemos de sus erranzas deyectadas en sombras predictivas. Nos sobran las voces para evadir su plexo de articulaciones. Ellos son lo que no queremos ser. Los maldecimos al compadecerlos. Tal vez nos corresponde dar la riqueza de alguna verdad hecha poesía, música y silencio, y sufrir cuando nos hurtan y escollan nuestro gesto con su torpe menosprecio. * * * Carlos López Dzur nació en San Sebastián en el año 1953 |
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