Consuelo Lee Tapia



— Con un hombro menos —

No habrá un minuto de silencio cuando yo muera,
ni una nube cruzará frente al sol
ni dejará la luna de embellecer la tierra.
Ni una lágrima de pena cuando yo muera.

No, no podrá haber silencio
ni obscurecerse el sol,
ni la tierra sin resplandor bajo
la plateada luna,
ni lágrimas de pena.

Porque...
El día que yo nací
hubo un gran alborozo
en mi casa y en la ajena.

Así me lo aseguraron mis mayores.
Hasta mi nombre fue elegido
para enterrar una pena.
El sol colándose por la celosía
deslumbraba mis recién nacidos ojos
de alegría.

Y esa noche la luna sonreía
con su sonrisa amplia y vacía
y las lágrimas se secaron en los más tristes ojos.

Así, que cuando yo muera
la vida seguirá su tremenda algarabía
de coquíes, de niños llenos de alegría
que es la vida misma.
Donde me entierren, los coquíes
cantarán contentos sobre mi tumba.

Ya en el cementerio sus solitarios muertos
se sentirán menos solos.
El sol brillará más intenso
para que sobre mi tumba un árbol crezca.
Y esa noche la luna vendrá a saludarme
como tantas otras en mi ya larga y ardua jornada,
y recordaré que jamás de mi lado
ni siquiera en la cárcel se ha alejado.
Las lágrimas estarán secas
en los ojos de los sufridos
porque no podrán caer hasta que sean de alegría
por la felicidad de todos,
que ahora en mi ausencia
tendrán que seguir llevando su carga
con un hombro menos.

* * *

Consuelo Lee Tapia de Corretjer nació en San Juan en el año 1904

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