Pasó el otoño; el aterido invierno
el seno heló de nuestro hogar querido:
Huérfano, casi a un tiempo, quedó el nido,
del patrio abrigo y del calor materno.
Hoy que –ave en clima extraño– el ala cierno
distante de ese hogar que nunca olvido,
para calmar mis ansias he erigido
íntimas aras al; amor fraterno...
Aunque la suerte en sus caprichos terca
quiera alejarnos más, yo esa constancia,
parásita del tiempo, desafío:
Que este cariño inmenso nos acerca,
y el recuerdo, que estrecha la distancia,
hace siempre tu hogar mitad del mío.