Desolación

José Wan Díaz

Páramo triste y sin razón de ser,
donde arde el ígneo sol todo el día
y la lóbrega noche, tan sombría,
hace ansiar el caliente amanecer.

Que allí el camello puede guarecer
al viajero es inane alegoría:
seguramente el astro rey opondría
esfuerzos que pretendan trascender.

Pero aunque casi todo lo aniquila
la árida y desolada tierra nubia,
oasis al nómada cansado ofrece.

Y a pesar de que estéril se perfila,
entre rocas, arenas y agua turbia,
la elegante palmera allí florece.

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