Edgardo López Ferrer



— Sólo al dolor... —

Sólo al dolor mi corazón provoca
con su latir de inmenso enamorado.
Cómo duele saberse ya olvidado
por tu mano, tu voz y por tu boca.

La pena por mi sangre desemboca
al sentir sobre mí tu pecho amado
tu cuerpo por mi cuerpo señalado,
dulce sueño del labio que te evoca.

No ha podido vencer la lejanía
tu ser, polen de amor para mi viña
tan sólo tú renaces mi alegría.

Por tu mano que el tiempo me cercena,
por tu voz, por tu boca día a día
cumplo en tu corazón una condena.


— Solo está el hombre... —

Solo
está el hombre
con su dolor a cuestas;
desvelado
en su sombra diaria.
Un dios ahogado
le corre por las venas
como una herida vieja.
Cargado
de silencio
cruza por el mundo
con su triste equipaje;
encadenado
va por calles
de miseria.
Busca
en su corazón
una mirada,
una palabra,
tierna o dura
que le diga
que humanamente existe.

Inutilmente busca.
Sus brazos
no detienen ya
la nada.
La soledad
ama a su pecho
que habita ferozmente.
La muerte
no necesita tiempo
para crearse.

Edgardo López Ferrer nació en Toa Baja en el año 1943

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