El hombre...
Andrés Castro Ríos
El hombre con su muerte proyectada
en el rígido espejo de la ciencia,
dobla la tempestad de su existencia
a fuerza de haber sido sombra o nada.
A fuerza de que fue carne imantada,
hueso gris en el pulso de la ausencia,
lleva su muerte en flor, su no-conciencia
por corona de dichas una espada.
Por corona de dichas un tormento,
una angustia de sal y un pensamiento
perdido sin razón, nunca pensado.
Perdido sin razón el hombre calla,
porque sabe, al final de la batalla,
que es un poco de polvo desatado.
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