Enrique Ramírez Brau



— La danza de las horas —

Bailan las horas en torno mío,
como si fueran lenguas de fuego.
Arde en la roja noche de estío
la blanca luna de un amorío
y el plenilunio me deja ciego.
Bailan las horas en torno mío
como si fueran lenguas de fuego.
Bailan las horas la danza triste
de la derrota de la esperanza...
Baila el cerebro que no resiste
su amor por ella que eterna existe,
y hasta el recuerdo la llama alcanza.
Bailan las horas la danza triste
de la derrota de la esperanza...
Bailan las horas la danza loca
tal una hoguera que llega al alma,
quema mis ojos, sangra mi boca,
lo abrasa todo cuanto ella toca,
y de mi espíritu huye la calma.
Bailan las horas la danza loca,
tal una hoguera que llega al alma...
Ella, la amada, de negros ojos,
con la sonrisa de viva llama
baila en la sangre de mis despojos,
juega altanera con mis sonrojos
y es porque ignora cuándo se ama.
Ella es la amada de negros ojos
con la sonrisa de viva llama.
Bailan las horas la danza horrible,
en los escombros de mi alegría,
y en la alta noche es más visible
la luna llena, alma intangible,
por quien elevo dulce elegía.
Bailan las horas la danza horrible
en los escombros de mi alegría.
Eres la danza que en mi conciencia
forjó el delirio de mis amores,
loco, en el fuego de tu inocencia,
se incendia el Cristo de mi creencia,
y se deshojan todas mis flores.
Eres la danza que en mi conciencia
forjó el delirio de mis amores.
Bailan las horas, sombras es todo,
noche en el alma, dudas, temores;
mis alas temen las manche el lodo,
y en vano busco la forma, el modo,
de separarme de mis dolores...
Bailan las horas, sombras es todo,
noche en el alma, dudas, temores.
Horas amargas del plenilunio,
nubes rojizas que van pasando,
mientras la luna del mes de junio,
marca en el sino de mi infortunio
la huella tuya que estoy llorando.
Horas amargas del plenilunio,
nubes rojizas que van pasando.
Huella profunda la de tus labios,
profunda huella la de tus ojos,
con tus consejos puros y sabios
cubrí las rosas de mis agravios,
en los jardines de tus enojos.
Huella profunda la de tus labios,
profunda huella la de tus ojos.
Bailan las horas la danza grave,
la danza heroica, danza ideal,
la que de todos los fuegos sabe,
la que en sus ritmos anida el ave,
que sueña un vuelo largo y triunfal.
Bailan las horas la danza grave,
la danza heroica, danza ideal.
Amo tu fuego, la llama ardiente
que llega al fondo del corazón,
y en tu regazo halla la mente,
como la lira que vibra y siente,
nuevos motivos de inspiración.
Amo tu fuego, la llama ardiente,
que llega al fondo del corazón.
La danza pierde sus emociones,
gimen las horas, la noche avanza,
y con las perlas de mis canciones
tejo el sudario de mis pasiones
para el entierro de la esperanza...
La danza pierde sus emociones,
gimen las horas, la noche avanza.
Cesó la danza, la luna llena
su faz oculta con una mueca...
¡Oh, blanca luna, tú eres mi pena!
Siempre te quise porque eres buena;
hiló mi sueño tu blanca rueca.
¡Oh, novia mía, dulce bien mío,
dame la dicha de yo esperarte,
y en otra noche roja de estío,
la blanca luna de un amorío
toda tu vida sabrá alumbrarte!
¡Oh, novia mía, dulce bien mío,
dame la dicha de yo esperarte!
La luz del alba, la madrugada
ahuyenta el sueño color de rosa,
mas yo te juro, mujer amada,
que entre las sombras o en la alborada
tendrás un sitio junto a mi fosa.

Enrique Ramírez Brau nació en Añasco en el año 1895

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