— Una historia — En un jardín tropical do ostentan flores preciosas perspectivas sin igual, tropecé con un rosal cuajado de lindas rosas. Quedéme una estatua hecho al contemplarlas tan bellas, y dije muy satisfecho: –Voy a escoger una de ellas para engalanar mi pecho. Recorrí con ansiedad de tantas rosas la rara, deslumbrante variedad, sin que ninguna fijara mi indecisa voluntad. Una, alegre sonreía, tentando mi incierta mano con su fresca lozanía; pero noté que roía su corazón vil gusano. Otra, entre tantas graciosas, columpiábase gentil; pero en sus hojas sedosas ví las huellas lastimosas de algún inmundo reptil. Otra logró cautivarme con su vistosa apariencia y casi determinarme; pero observé al acercarme, que era una flor sin esencia. Otra, –un capullo– de amor en mí despertó la llama; ¡pero no tuve valor para arrancar de su rama a tan inocente flor! Otra, la más peregrina, suave, olorosa, divina, arrebatóme al mirarla; mas, ¡ay! ¡la ingrata, al tocarla, me hirió con aleve espina!... Y así, después que, una a una recorrí el rosal ameno; tan triste fué mi fortuna, que me dejé ... ¡sin ninguna con que engalanar mi seno! * * * Francisco Javier Amy nació en Arroyo en el año 1837 |
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