Francisco Rivera Landrón



— El convento —

Al mirar a las tapias del viejo convento,
ansiosa mi alma trepó sobre ellas
y se quedó dentro.
Un sol de amplias luces vertía
clara lumbre en el fondo del pecho,
clara lumbre de gozo,
clara lumbre de recogimiento.
En el patio cantaban las fuentes
y en las celdas gemían los rezos,
y triunfaba el cilicio como una
fatal guillotina de sueños.
En los claustros borrachos de hastío
dormían los silencios,
que turbaban alegres novicias,
con pasos inquietos.
¡Las novicias!; sus labios sensuales
no sabían el sabor de los besos,
y sus noches sin luna
eran antros de negros deseos,
cuando el diablo mordía en la carne
y encendía los jóvenes pechos;
pero un sol derramaba en sus almas
claras lumbres de renunciamiento,
que fulgían luminosas,
y acallaban las voces del sexo;
era un límpido sol que vertía
clara lumbre en el fondo del pecho,
clara lumbre de gozo,
clara lumbre de recogimiento.
En el patio cantaban las fuentes
y en las celdas gemían los rezos,
y en la carne triunfaba el cilicio
como una fatal guillotina de sueños.

* * *

Francisco Rivera Landrón nació en Guayama en el año 1907

A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z

Borinquen     Décimas     Sonetos     Portada