— Lenguaje espiritual — ¡Cuántas cosas me han dicho tus ojos, mientras sella el silencio tus labios! ¡Qué poema de castos amores he leído a través de tus párpados! Cuando el ángel divino que guarda de tu alma el recinto sagrado a tus claras pupilas se asoma, el ambiente se puebla de rayos y semeja un oriente purísimo de luz matizado, al nacer entre nubes de oro una fresca mañana de mayo. Mi alma entonces se embriaga anhelante con el dulce licor escanciado en el cáliz sonoro de un verso, que tus ojos divinos y diáfanos inspiran a mi musa, que canta la alegre canción que a mis labios, afluye, en raudales de ritmos musicalizados. No bajes tu vista, adorada mía. no cierres tus párpados, porque así me ocultas el fulgor divino de tus ojos claros; y mi alma se queda en tinieblas, y la lira enmudece en mis manos, y la luz de mi numen se apaga, se extingue mi canto. No cierres tus ojos, adorada mía, descorre, amorosa, los velos sedáceos tras los cuales se ocultan radiantes de tus dos pupilas los nítidos rayos. Deja que me miren tranquilos, serenos, como dos luceros que, desde el espacio, reflejan su luz diamantina en las aguas tranquilas de un lago. * * * Facundo Rivera Natal nació en Vega Baja en el año 1873. |
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