Gustavo Palés Matos



— Abordaje al Shemptishire —

Por el canal de la Mona
bergantín danés que pasa.
Próxima de las restingas
está la velera Ana,
el mástil a media vela,
lista para la batalla.

Entre cervezas y humos
los daneses se la pasan.
Sopla el terral suavemente,
y quieta la marejada
se va rompiendo en rosales
de copos y espumas blancas.

Del fondo de la escotilla
voz de mujer que se escapa;
voz que en el medio del mar
suena como una esperanza
que prende tibios ardores
y aviva dormidas ansias.
Lánguida canción, parece
que hondas tristezas desgrana...

Sobre el bergantín danés,
veloz, la velera Ana,
hunde su afilada quilla
en abordaje pirata.
–Tremolad la calavera
sobre la vela más alta;
listos tened los machetes;
cautela poned al ansia;
hinchad el pecho velludo
con la salobre fragancia,
que sobre el puente de proa
Roberto Cofresí manda–

Los daneses son valientes
y en el mar la lucha es rápida...
¡Catorce bravos tendidos
y una mujer apresada!...
¡Botín que en mercado libre
ni se cotiza ni cambia!...

A Cofresí se la ha vuelto
la palabra sofocada,
porque con manos de súplica
le están estrujando el alma.
–Señora, ¿de dónde sois?
–Pirata, vengo de España–
–¿Teneis familia, señora?
–Sólo dos tíos en la Aguada
Vengo en busca de salud
y me encuentro la desgracia.
Amparo Amador me llamo–
–Señora, con eso basta.
Sois huesped de mi velera
y caballeros no faltan.
Tomad vos mi camarote
que llegareis sana y salva–.
Y mientras ambos se escuchan,
las palabras se entrelazan,
un silencio los detiene,
y una mirada los ata.

La espuma se ha vuelto tibia
al salpicarles la cara...
Y metido allá, en la popa
el Dominicano fragua
un chiste, que se desfleca
en risas y carcajadas,
y quie le aplaude nerviosa
la tripulación pirata...

–Al capitán lo mandé
por la ruta más cercana,
donde lo puedan vestir
con su filipina blanca,
y fabricarle San Pedro
allá arriba, un par de alas.
Suave como el alcornoque
que por nada se desgracia;
y como el tiempo era corto,
y la cautela fué larga,
lo plagué de sanguijuelas
con veintiuna puñaladas–.

Por las rendijas del cielo
se asoma a la madrugada,
y entre una ronda de nubes
surge el lucero del alba,
que desmaya sus clarores
sobre el puente de la barca.
El faro gira que gira,
de luz, va dando palmadas,
y en repentinos enfoques
a un hombre. Sólo retrata,
que firme sobre el timón
tiene la voz empeñada.

Agil emprora la nave
a la quietud de la rada,
las velas que se recogen,
y al fondo del mar, el ancla...
Dos marineros a un bote,
el capitán y la dama...
Y mientras rompen los remos
el turbio cristal del agua,
se abre un paréntesis cálido,
que entre furtivas miradas
desflora no sé que cosas
que discreto el verso calla.

Húndese el bote en la arena
y un marinero lo vara.
La diestra de Cofresí
es mano leal y franca...
Amparo Amador la estrecha
para saltar a la playa.

Ademán de caballero
tuvo el adios del pirata...
Hubo una sonrisa tímida;
un decir sin decir nada,
y un corazón todo pleno
de música sin palabras

Gustavo Palés Matos nació en Guayama en el año 1907

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