Hjalmar Flax



— Invitación —

Este librito que legó la suerte,
más que por bien por malaventurado,
ha caído en tus manos, resignado
lector que esperas en su espejo verte.

Léelo despacio. Busca conmoverte
repasando el camino más trillado.
Busca sentir de nuevo lo olvidado
que entonces te dio vida y te dio muerte.

Hoy que no sientes nada, que caminas
por tu existencia tibia y pasajera
entregado a automáticas rutinas,

despierta, aunque al dolor. Lo que te espera
es el recuerdo de tu amor en ruinas.
Déjate devorar por su quimera.


— Fuegos artificiales —

Poderosa alegría la esperanza
cuando uno espera al otro,
quieta en el corazón como diamante
en su estuche de terciopelo rojo,
callada como flor en su capullo
sepultada como centavo nuevo
en el puño de un niño.

Todo se abre cuando el otro llega:
el estuche, el capullo, el puño, todo
abre indefensos brazos infinitos.

Todo se hace cristal por un instante,
suspendido, expandiéndose,
cayendo en aguacero de colores
sobre el tiempo y las cosas,
la explosión retumbando,
como el inmenso corazón de todo.


— Corazonada —

Vuelvo a descubrir la vida
porque existes, y me besas,
y me hablas con ternura.
(Yo que creí que nunca
volvería a sentir lo que ahora siento.)
Ando distinto, mejorado, eufórico.
Voy diciéndole a todos que te amo.
Si no escuchan no importa.
Nada pueden decirme.
Y todo lo que pueda acontecerme
valdrá la pena.

Hjalmar Flax nació en Bayamón en el año 1942

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