— Santa María del mar — ¡Yemayá tenía que ser! Te sentí en tu basílica de piedra y colores majestuosos. Elevada, imponente, risueña con el mundo a tus pies y te pedí lo que los adeptos piden siempre a sus dioses y sintiendo tu mirada cómplice nos guiñamos los ojos nos echamos a reír y pensamos: Todo va bien, demasiado bien. Gracias. |
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