Inocencia
José Wan Díaz
La niña ve su rostro en la jofaina.
Llora, quizás, una ilusión frustrada.
Lavar tristezas de su cara trata
con pétalos de rosas y agua clara.
El agua la refleja muy pálida
en ondas que azoradas se desplazan,
huyendo al parecer muy asustadas
de la salinidad de sus lágrimas.
La niña abre sus ojos color grama;
y riñe el agua que su rostro cambia.
Luego, turbada, ríe a carcajadas
lo frívolo que fué su melodrama,
y tararea una alegre balada
su gran tribulación ya olvidada.
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