— Hoy te cautivó... — Hoy te cautivó una mirada y mi alma desvalida, al ver tus ojos echar alas y volar ardiente a esas pupilas, se escapó de mi cuerpo, corrió y corrió despavorida. Se fue por el tiempo a no sé qué lugares, herida, a vagar con gitanos por lunas y sendas sombrías, y por allá se vio rodando, cayendo, caída. sin nada en la manos, con voz en pena, sin vida, llorando en su canto, gimiendo dolida. De pronto regresan tus ojos, pero no a mis pupilas; se quedan vagando, como un barco a la deriva, solos, sin norte ni vientos, sin una ruta fija. Me miras de lejos, desde una niebla que te habita los poros, la calle, tu andar, y tu alma fugitiva que no sabe regresar al 'nosotros', alegre, viva. Te miro y enrabio en silencio, suspendido del hilo de esta vida nuestra, pero me sostengo y te sujeto, y tú me ases, y me miras, y yo te miro y te perdono por no perder tu orilla y tu sombra aquí a mi lado que me acuna y me cobija, pero más que nada, y aunque no lo admita, por saber que mis ojos al igual oscilan, y se van por ahí, por otra acera de otra calle de otra vida. ¡Ay te perdona mi alma, desprendida! * * * José Antonio Santos nació en Caguas |
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