— Canción hacia adentro — ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma. Mis dos ojos navegan el mismo azul sin fin donde tú danzas. Tu arco-iris de sueños en mí tiene siempre pradera abierta entre montañas. Una vez se perdieron mis sollozos, y los hallé, abrigados, en tus lágrimas. ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Un ruiseñor nos tiene en su garganta. Los ríos que me traje de mis riscos, desembocan tan sólo por tus playas. Hay confusión de vuelos en el aire. ¡El viento que nos lleva en sus sandalias! ¡No me recuerdes! ¡Siénteme! Mientras menos me pienses, más me amas. * * * — Alba de mi silencio — En ti me he silenciado... El corazón del mundo está en tus ojos, que se vuelan mirándome. No quiero levantarme de tu frente fecunda en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma. Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros. Me voy muriendo en mis años de angustia para quedar en ti como corola recién en brote al sol... No hay una sola brisa que no sepa mi sombra ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo. ¡Canción silenciada de plenitud! En ti me he silenciado... La hora más sencilla para amarte es esta en que voy por la vida dolida de alba. * * * — Río Grande de Loíza — ¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos, para buscar la fuente que te robó de niño y en un ímpetu loco te devolvió al sendero. Enróscate en mis labios y deja que te beba, para sentirte mío por un breve momento, y esconderte del mundo, y en ti mismo esconderte, y oír voces de asombro, en la boca del viento. Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el íntimo secreto; confúndeme en el vuelo de mi ave fantasía, y déjame una rosa de agua en mis ensueños. ¡Río Grande de Loíza!.. Mi manantial, mi río, desde que alzóse al mundo el pétalo materno; contigo se bajaron desde las rudas cuestas a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños. Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces, y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo. ¿Adónde te llevaste las aguas que bañaron mis formas, en espiga del sol recién abierto? ¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo! ¡Quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos; o si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo! ¡Río Grande de Loíza! Azul, Moreno, Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul del cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando baja la lluvia a torrentes su barro te vomitan los cerros. Río hombre, pero hombre con pureza de río, porque das tu azul alma cuando das tu azul beso. Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo. ¡Río Grande de Loíza!... Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mi se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo. * * * — No hay abandono — Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas, desde que hallé tu corazón en la ventana de mi rostro enfermo. ¡Oh pájaro de amor, que trinas hondo, como un clarín total y solitario en la voz de mi pecho! No hay abandono... ni habrá miedo jamás en mi sonrisa. ¡Oh pájaro de amor, que vas nadando cielo en mi tristeza...! Más allá de tus ojos mis crepúsculos sueñan bañarse en tus luces... ¿Es azul el misterio? Asomada en mi misma contemplo mi rescate, que me vuelve a la vida en tu destello... * * * Julia de Burgos nació en Carolina en el año 1914 |
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