— El sueño de la vida — En el sueño de la vida, como díctamo entre abrojos, me seduce con los ojos una ilusion sonreida. Su virtud desconocida pone fin a mis enojos, y me envuelve con antojos otra vez la fé perdida. Tiene larga cabellera; lleva casco que fulgura, con un cisne por cimera. Como el alma reverbera su preciosa vestidura. ¡Qué bellísima quimera! * * * — El Ángel de la muerte — Es el ángel sutil como el ambiente; como flor de los trópicos, fragante; como linfa de lago, transparente; radioso de fulgor como el diamante. vestido con estola nacarina, dibujado en el aire, semejaba la imagen que en el agua cristalina, copiando un ser fantástico, se graba. Brillante como el ébano bruñido en que el sol de la Libia reverbera, descansan en el hombro esclarecido los bucles de su riza cabellera. y parecen del ángel hechicero los ojos inspirados con que mira, dos Arcturus, cogidos al Boyero, o dos Vegas, quitadas a la Lyra. No la tinta venusta de la grana el labio sonreído le colora; ni la rosa de Venus, la pagana confunde sus mejillas con la Aurora: Es el rostro del ángel de la muerte mas nítido que el Alba todavía; presagio singular que nos advierte que detrás de la tumba, raya el día. * * * José de Jesús Dominguez nació en Añasco en el año 1843 |
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