— Un sueño — Soñé que la mujer a quien adoro con infame perjurio me engañaba y a otro amante feliz, le abandonaba de su amor el bellísimo tesoro. Soñé que apasionado, que sonoro su beso en otra boca resonaba y aunque el sueño mis párpados cerraba los abría las fuentes de mi lloro. Si en el drama futuro de mi vida tan inmenso dolor me está esperando que la muerte de mí compadecida antes me brinde su reposo blando porque más que la tumba me intimida mirar despierto lo que estoy soñando. * * * — Redención — Cuando uno muere, en la tumba se queda encerrada el alma, hasta el día que en la losa rueda de amor una lágrima. El sol el llanto evapora, y en el vapor, a las altas regiones del cielo asciende tranquila y feliz el alma. ¡Triste de aquel que en su muerte ninguna lágrima arranca! ¡No tiene quien lo redima ni quien liberte su alma! * * * — A mis amigos — Cuando no reste ya ni un sólo grano de mi existencia en el reloj de arena, al conducir mi gélido cadáver, no olvidéis esta súplica postrera: No lo encerréis en los angostos nichos que llenan la pared formando hileras, que en la lóbrega, angosta galería jamás el sol de mi país penetra. El campo recorred del cementerio, y en el suelo cavad mi pobre huesa; que el sol la alumbre y la acaricie el aura, y que broten allí flores y hierbas. Que yo pueda sentir, si allí se siente, a mi alrededor y sobre mí, muy cerca, el vivo rayo de mi sol de fuego y esta adorada borinqueña tierra. * * * — Imposible — Conociendo los antojos De tu alma orgullosa y fiera Sé que nunca me quisiera Si me humillara a tus ojos. Y aunque lloro sus desvíos, La quiero orgullosa y fiera, Pues tampoco la quisiera Si se humillara a los míos. Y nuestro amor comprimiendo Ambos del orgullo en pos, Vamos por el mundo, ¡ay Dios! El uno del otro huyendo. * * * José Gautier Benítez nació en Caguas en el año 1848 |
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