José Gautier Benitez



— Un sueño —

Soñé que la mujer a quien adoro
con infame perjurio me engañaba
y a otro amante feliz, le abandonaba
de su amor el bellísimo tesoro.

Soñé que apasionado, que sonoro
su beso en otra boca resonaba
y aunque el sueño mis párpados cerraba
los abría las fuentes de mi lloro.

Si en el drama futuro de mi vida
tan inmenso dolor me está esperando
que la muerte de mí compadecida

antes me brinde su reposo blando
porque más que la tumba me intimida
mirar despierto lo que estoy soñando.

* * *

— Redención —

Cuando uno muere, en la tumba
se queda encerrada el alma,
hasta el día que en la losa
rueda de amor una lágrima.

El sol el llanto evapora,
y en el vapor, a las altas
regiones del cielo asciende
tranquila y feliz el alma.

¡Triste de aquel que en su muerte
ninguna lágrima arranca!
¡No tiene quien lo redima
ni quien liberte su alma!

* * *

— A mis amigos —

Cuando no reste ya ni un sólo grano
de mi existencia en el reloj de arena,
al conducir mi gélido cadáver,
no olvidéis esta súplica postrera:

No lo encerréis en los angostos nichos
que llenan la pared formando hileras,
que en la lóbrega, angosta galería
jamás el sol de mi país penetra.

El campo recorred del cementerio,
y en el suelo cavad mi pobre huesa;
que el sol la alumbre y la acaricie el aura,
y que broten allí flores y hierbas.

Que yo pueda sentir, si allí se siente,
a mi alrededor y sobre mí, muy cerca,
el vivo rayo de mi sol de fuego
y esta adorada borinqueña tierra.

* * *

— Imposible —

Conociendo los antojos
De tu alma orgullosa y fiera
Sé que nunca me quisiera
Si me humillara a tus ojos.

Y aunque lloro sus desvíos,
La quiero orgullosa y fiera,
Pues tampoco la quisiera
Si se humillara a los míos.

Y nuestro amor comprimiendo
Ambos del orgullo en pos,
Vamos por el mundo, ¡ay Dios!
El uno del otro huyendo.

* * *

José Gautier Benítez nació en Caguas en el año 1848

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