— El tesoro y la flor — Por arte acaso de amor o por casual coincidencia, que yo lo ignoro en rigor, mirando estaba unaflor un avaro sin conciencia. Y muy bella debió hallarla e impresionarle, sin duda, pues que, luego de admirarla fué de su tallo a troncharla con mano fuerte y sañuda. Mas ... cuando apenas le había sin compasión arrancado, con estúpida alegría vió que allí cerca existía, un tesoro abandonado. Tras él se alejó sin tino, arrojando la flor bella en mitad de su camino; y hasta osó ¡triste destino! posar sus plantas en ella. Un poeta, un soñador, de esos que ven lo ideal bajo un prisma encantador, vió cuando la pobre flor cayó sobre el lodazal. La levantó sin reparo, tendió de desprecio llena una mirada al avaro, y dijo al ver su descaro con mezcla de rabia y pena: Corre, imbécil, tras el oro; y tú, flor desventurada, ven donde mí. Yo te adoro, que así mustia y pisoteada, vales más que aquel tesoro. * * * José Guillermo Torres nació en Yauco |
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