— Muerte — Pluma veloz, la carne se desprende en el aire atrapado del misterio. Viento que se eterniza en cementerio donde calla el silencio que se entiende. Ancla que en la ceniza se sorprende en la llama escapada del criterio. Veta de luz dormida en el salterio del sonido de luces que se enciende. En la hora fugaz de la jornada, no hay minuto final para el receso, no hay oportunidad de retirada. En esta encrucijada del exceso, en que la vida es simplemente nada, la muerte es una cuna sin regreso. * * * — Renuncia — Si en la mentira popular, mañana se adueñara el silencio de mi vida; en esa misma lucha, perseguida, sonará en la mudez de la ventana. Si en el umbral de esa inquietud, se afana en alumbrar la forma merecida, en valle de sordera conocida pondré sobre el secreto la campana. Pero si en los caminos conocidos de mi tierra, engañada por las flores, me acribilla su escala de sonidos con la sangre vendida de dolores, renunciaré a los huesos más queridos. ¡Yo no quiero una patria de traidores! * * * — Partida — Si tú me dices sí, rompo el misterio, le quito a las estrellas la distancia. Grito en el fondo, donde cada instancia es voluntad de nube en el imperio. En la ausencia y la lágrima es el serio sangrar en el silencio de la estancia. Allí la soledad es la lactancia que roba la razón a mi criterio. No tengo corazón para exigirte la suerte que me das para perderme en la historia en que ahora quiere sirte. Nadie podrá jamás ya detenerme. Yo no tengo ya nada que decirte. Tú no tienes ya nada que ofrecerme. * * * — Vergüenza — No eras estrella, pero te buscaba. En la luna de tierra eras mi sino. El golpe fue de seda, pero vino. En esa primavera te esperaba. La suerte de sentir que me nombraba la soledad del peso más dañino, no fue la excusa, pero fue el camino para sentir que el tiempo me ordenaba. La perfección no quiero para nada. Me basta con vivir en los contactos que pueda propiciar cada llamada. No tengo corazones con los pactos que alumbren mi vergüenza derramada. Duelen más tus palabras que mis actos. * * * Jorge María Ruscalleda nació en Aguadilla en el año 1944 |
Borinquen Décimas Sonetos Portada |