— Otoño — ¡Oh qué frondosidad de árboles muertos se te va sollozando por el pecho y qué abortada voz llena el silencio! Amigo, no te escapes de mi eco. Tu cuerpo negro es carbón sincero. Allí el ala se funde con el viento, allí estallan los ojos en las puntas del fuego. Sonar te ví por los cielos de hojalata, doblar la aguda cima de tu espejo. Partir la honda columna enceguecida y con estrellas frías asaetear tus dedos. ¡Oh tambor derramado al pairo de una lágrima! ¿Quién te clavó la mano aserrada en el tiempo? Para los que tendidos velamos tu alegría llueva tu olor de sombra y tu niebla de cedro. * * * José Emilio González nació en Gurabo en el año 1918 |
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