— Ojos astrales — Si Dios un día cegara toda fuente de luz, el universo se alumbraría con esos ojos que tienes tú. Pero si –lleno de agrios enojos por tal blasfemia– tus lindos ojos Dios un día te arrancase, para que el mundo con la alborada de tu pupila no se alumbrase; aunque quisiera, Dios no podría tender la noche sobre la nada.... Porque aún el mundo se alumbraría con el recuerdo de tu mirada! * * * — Cruzó bajo la luna... — Cruzó bajo la luna y las estrellas, me vio pasar y suspiró. Sus bellas pupilas sobre mí se detuvieron, y mis pies temblorosos ascendieron en la paz del retiro, al alado corcel de aquel suspiro. Y raudo cabalgué sin dejar huellas lejos de mí en vertiginoso giro: ¡más allá de la luna y las estrellas sobre el raudo corcel de aquel suspiro! * * * — La ultima flor — Tuya es la última flor de mi huerto de ilusiones. Mis eras son hoy eriales: pedruscos en vez de flores los arenales tapizan de mi huerto de ilusiones. Abril no vendrá a mis eras, pues no encontrará por dónde. Mis eras son hoy eriales en cuya arena salobre crece, entre enconos de zarzas, hermosa y huérfana y pobre, una flor, la última flor de mi huerto de ilusiones. * * * José (Peache) Hernández nació en Hatillo en el año 1892 |
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