José P. H. Hernández



— Ojos astrales —

Si Dios un día cegara toda fuente de luz,
el universo se alumbraría
con esos ojos que tienes tú.
Pero si –lleno de agrios enojos
por tal blasfemia– tus lindos ojos
Dios un día te arrancase, para que el mundo
con la alborada de tu pupila no se alumbrase;
aunque quisiera, Dios no podría
tender la noche sobre la nada....
Porque aún el mundo se alumbraría
con el recuerdo de tu mirada!

* * *

— Cruzó bajo la luna... —

Cruzó bajo la luna y las estrellas,
me vio pasar y suspiró. Sus bellas
pupilas sobre mí se detuvieron,
y mis pies temblorosos ascendieron
en la paz del retiro,
al alado corcel de aquel suspiro.
Y raudo cabalgué sin dejar huellas
lejos de mí en vertiginoso giro:
¡más allá de la luna y las estrellas
sobre el raudo corcel de aquel suspiro!

* * *

— La ultima flor —

Tuya es la última flor
de mi huerto de ilusiones.
Mis eras son hoy eriales:
pedruscos en vez de flores
los arenales tapizan
de mi huerto de ilusiones.
Abril no vendrá a mis eras,
pues no encontrará por dónde.
Mis eras son hoy eriales
en cuya arena salobre
crece, entre enconos de zarzas,
hermosa y huérfana y pobre,
una flor, la última flor
de mi huerto de ilusiones.

* * *

José (Peache) Hernández nació en Hatillo en el año 1892

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