— Poeta analfabeto — No tuve educación, mas soy poeta, filósofo erudito y dizque loco. A fin de cuentas soy de todo un poco: ¡Iluso ente de mente analfabeta! Muchas veces proclamo ser asceta y gran furia entre sátrapas provoco. Si el tema de sapiencia extensa toco, hasta el más culto vuela cual saeta. Sé que mi mente de simpleza peca, que de plebeyo yo seré convicto y que siempre he de ser autor ignoto. Todo esto mi sosiego en ira trueca. Mas, a pesar de mi íntimo conflicto, a mi modesto rango soy devoto. * * * — Tragedia — La perenne tragedia de la vida: es lo pronto que muere la belleza; tan sólo es ilusion su fortaleza; tersa piel cubre víscera podrida. La hermosura termina carcomida como mansión que pierde su fineza. Sobre la bondad triunfa la vileza y es la existencia vana y desabrida. Oscurece el más claro amanecer; la tierra más fértil se torna en fango; y en anciana la más bella mujer. Y no importa cuan sacro tu vivir ni cual es la medida de tu rango, en la cuna comienzas a morir. * * * — El gran poema — Ese gran poema que todo poeta sueña hacer, se que está escondido en un rincón de mi mente. Y aunque rehusa verterse en el papel, vive latente; torturandome con reflejos de lo que promete ser. Cuanto mi pluma ha escrito hasta este momento, ha sido sólo práctica para ese gran suceso... Quiero expresar la pureza absoluta en un verso y lograr alcanzar el sempiterno anhelo de pintar un cuadro que puedan ver los ciegos. * * * — Fórmula pa'l soneto borincano — Concediendo el respeto merecido a los bardos ilustres del pasado, hoy quiero enseñarle al poeta fino como hacer un soneto borincano: Olvide el verso apretado de ayer, el conteo de las sílabas relaje, y no deje que el acento lo agravie. Prefiera belleza, sustancia y fluidez. La rima asonante es preferible y la lengua moderna obligatoria; pero, por favor, no use verso libre. De este modo, sin mucha ceremonia, confecciona usted los catorce versos con gran integridad y poco esfuerzo. * * * — Noche eterna — Cual leproso de antigua ciudad, he quedado solo. Hasta los recuerdos de mi niñez me han abandonado. La otrora brillante luz de mi sol ya se está apagando y todo se ha tornado tan frío como las cimas de los polos. ¡Ah, vejez! ¡Virulenta plaga! Con ojos ciegos miras como las caricias de manos yertas en mi cuerpo van dejando fantasmales huellas. . . . Y es que ya la noche eterna cruza el dintel de mi puerta. ¡Oh Dios! ¡Cuan pronto ha llegado! * * * José Wan Díaz (Webmaster de este portal) nació en Comerío en el año 1941 |
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