La garita del diablo
Ferdinand R. Cestero
Por la incuria del tiempo ennegrecida,
por el mar, tenebroso, desgastada,
por rudas tempestades, azotada,
y por soles y lluvias, combatida;
muda, como la Esfinge; pero erguida
frente al muro en que estás como incrustada,
tu simbolizas de una edad pasada
toda una extraña ensoñación perdida.
Junto a ti, se detiene el caminante,
para oír, en la tarde vacilante,
y al tibio rayo de la luz incierta,
un eco varonil, de ronco acento,
que cruza en alas del dormido viento,
como gritando: ¡Centinela, alerta...!
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