— Abismos — Dios puso en los abismos del espacio esos vapores tenues, que, en nube convertidos, se coloran con tinta suave cuando el alba viene. La nube engendra el rayo que esparce por doquier estrago y muerte: ¡culpad a Dios, que derramó en la altura del huracán el germen! Dios puso en el cerebro esas ideas que poderosas crecen y, comprimidas sin piedad, estallan soberbias, indomables y rebeldes. La rebelión engendra brisas de fuego y ráfagas de muerte: ¡culpad a Dios que puso en el cerebro del huracán el germen! — Patriota — Con las ropas en bello desorden, la frente marmórea de rizos poblada, balbuciendo los trémulos labios confusas palabras, un niño dormía soñando una patria. Oh! ¡qué hermosa, riente y espléndida, altiva y heroica, viril y gallarda la veía surgir de las ondas rugientes y bravas, con su veste de espumas cubiertos el torso de ninfa, las formas de estatua! Corrieron los años; el niño, en su tierra, creció como un paria; vio la fusta estallar implacable del siervo en la espalda; mirar pudo en el rostro del César sonrisas de lástima; la sangre, rebelde, subió a sus mejillas en brusca oleada; y después... en sus noches de insomnio, evocando a la ninfa soñada ¡qué mezquina, qué pobre, qué triste solía mirarla! ¡Ay! el sueño... ¡qué dulce y alegre! La verdad... ¡qué desnuda y amarga! Por eso el mancebo pensando en la patria, sintió muchas veces sus ojos marchitos llenarse de lágrimas. Luis Muñoz Rivera nació en Barranquitas en el año 1859 |
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