— Un niño y una voz — Si buscas al poeta de madrigales y elegías a las flores silvestres, no lo hallarás en estos lares secos ni en la reminiscencia de los vientos que diezmaron la flor desde el pétalo y la arboleda desde la simiente. Hoy sólo queda una voz, fosa común. La huella de la lluvia ya no será melodía refrescante en la senda donde un niño negro duerme desvelos. El poeta prefirió no versarle al desierto de arenas perturbantes. Se echó a la mar en un velero prosa no dejó rastro, huella, flores ni letras. El niño se cobijó con un manto estrellado, obviando los sollozos de la luna los aullidos del coyote cantándole su desvelo a la noche. La voz versa recuerdos y utopías, recuerdos de un mundo que se deshizo en la falda de una bomba inteligente. Utopías de un alba impoluta y un cielo alumbrado por dos soles. Versa la esperanza de que algún día vuelva el poeta y le regrese las flores la lluvia, el pétalo y los madrigales. * * * Miguel Ayala Chaparro nació en San Juan en el año 1960 |
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