Mayda Colón Pagán
( San Juan, Puerto Rico, 1975 )

Está sensación

Está sensación ser mi propio circo
sostener el trapecio con los dientes
amamantarlo con vehemencia casi ciega.
El teatro en su urgencia impostergable
exorciza al perfecto dolor de mi sombrero

Él volverá a despertarme.
Se meterá sigiloso en mi cama
sin que nadie sepa
me despojará de mis pequeñas ropas
como entonces
se paseará con sus pequeñas muertes
y me dormiré siempre en aquella imitación de ovillo sobre la cama

Mis padres duermen
la noche se burla del silencio de esta casa

Y sé que volverá
presiento su venida
y sé que volveré a tragar
que vestiré mis gritos de paredes
que cambiaré mis puntos cardinales
para acunarlos justo allí
a nivel de mis rodillas

Y sé que vestiré mis mortales suspiros
me derramaré por entre la risa de todos los payasos
para imitar su mueca con mi cara

Detendré su semen a nivel de mi ombligo
pues las niñas fantasean bien lo dijo Freud
con llevarse el semen de su padre a la cara

Y es que en esta noche ya no tengo la fuerza de escupirte
ni las ganas de ser nadie
ni la astucia de confiar en ninguna promesa que se encarame a mi garganta

Esta noche fingiré como todas desearlo
esperar su abrazo, su beso en la frente
como toda fiera domesticada para el vicio de soñar con la ternura.

Esta noche, seré yo el trapecio.
Serán sus manos trapecistas sosteniendo mis lánguidas caderas con furia
Y volverá a ser él, quien se deslice traveseando por mi cuerpo
Como si sostuviera el hambre de una cuerda
con el credo con que los humanos atraviesan los principios

Viajará por mi silencio a la deriva y tan ajeno
como mago que pretende arrebatarle al tiempo su obligatoria expiación de conjeturas
y volverá sin saberlo de entre mis senos
con el horror de encontrarse con tanta inocencia con tantas miserias juntas
amotinadas al vértigo del aliento que dejó en sus malabares sobre mi espalda

Estoy noche sin agua flagelando la sed
mi sexo abierto ya no volverá
a conmover el desierto de sus ojos
a asomarse a intimidarme mientras esconde su lengua en mi entrepierna
mi eterna nostalgia
ya no vendrá en auxilio de mi grito desquiciado y ausente

Se trata de mí y decido esconder aquel maldito tatuaje en la piel
que nunca nadie viera decido ser mujer
y no la esclava sumisa que inventaste muerto mío o la niña desvalida de tus tardes
no esperes mendigo, que te llame por tu nombre.

Porque se trata de mí. esta noche
voy a destilar mis olores
iré a la cama desnuda descalza de sombras desarmada.

Como toda mujer
entraré en la recámara del laberinto donde el miedo se yergue.
Ahuyentaré la soledad con todo aquello que me queda
y aprenderé, a sonreír a veces
a servirme en la cena
a traficar con mis pedazos

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