— Arraigo — Cuando la tierra abra su honda herida a mi entrega, no me volveré silencio ¡porque yo seré eterna! Me verás resplandecer por la mañana en el alba perezosa de mi tierra, y murmurar canciones en el río, y erguirme, presuntuosa, en las palmeras. Me verás bajar en la neblina para abrazar los picos de la sierra, y rodaré por los peñascos viejos para, ya en la quebrada, hacerme nueva. Búscame en aquel flamboyán que sueña o hierve y en el bravío olor a yerbabuena. Búscame en el pulmón de los coquíes donde espiga mi voz puertorriqueña. Me hallarás en cada trozo de mi isla, en cada rama, en cada enredadera, en cada cuna de aleteo tibio que florece en trinar de primavera. Búscame en el gusano, donde habrá parte de mí en sueños y materia, búscame en la violencia de la ola y en la estrella sin luz que hay en mi esencia. Pero búscame siempre, que siempre latirá una parte de mí, candente y recia. ¡Que estas férreas raíces de mi alma no podrán despegarse de mi tierra! * * * María Isabel Arbona de Martínez nació en Ponce en el año 1914 |
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