— Préstamo agonizante — Tropiezan los minutos sobre cal y desojados uno a uno mutan. Engendrando consigo ráfagas vespertinas, que se deslizan en rocío de lágrimas jubilosas e invisibles. Obsequio que camina sobre roca, hacia la fortuita compra del que oye el préstamo agonizante del silencio picoteado por el negro cuervo del rechazo. Así, divago entre escarcha y fuego para posarme en los rizados crisantemos blancos adormilados por el arrullo del viento que palpita agitado al lado derecho de mi cuello. Atragantada pasarela del camino, consume mis descalzos pasos y roba la sombra que corre tras de mí. ¡Ahora transformate! lacias calles negras, transpira, humedece el sur de mi pecho para morder tu inercia. * * * |
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