— Palomas blancas — Te mandé mis palomas mensajeras al paraíso de ilusiones blancas cuando eras aún sólo una idea sin forma, sin siquiera substancia. Y te pedí permiso para traerte a un mundo de néctar y ambrosía para algunos; mas para otros, valle de muchas lágrimas. Con ramitas de olivo, así te las mandaba. A veces con jazmines olorosos, otras, con madreselvas malva... ...y no me contestabas... ...y no me contestabas... Sordomudo silencio ahogaba mi garganta. Por fin, ¡cambié de táctica! En lugar de las flores perfumadas y teñidas con sangre de mis manos un manojo de espinas te mandaba. Esperé como esperan, sedientas, las entrañas. Mis palomas sumisas, ¡cuánto tiempo tardaban! Enredada en la espera, mis entrañas se ajaban. Y de pronto una noche al abrir la ventana, se posó junto a mí, una de tantas olorosas mensajeras palomas impecables. Volvió con otra rama: rama de sol y cintas de arcoiris, entretejida con estrellas blancas... y ya no pudo más mi pobre vientre... y resonaron las campanas claras... Con carne e ilusión te modelaba. Nueve lunas vinieron a formarse en horizontes azafrán y nácar al tú nacer se repitió un milagro... ¡Y alzaron vuelo mis palomas blancas! * * * Margarita Sastre de Balmaceda nació en Ponce en el año 1933 |
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