— Romance de la candelaria — Cielo de naipes de oro. Luna de media naranja. La clara noche del campo huele a senos de muchacha. Febrero inicia su vuelo entre luces de Bengala y lamen torres de azúcar las lenguas de sus fogatas. Cielo de naipes de oro. Velando su candelaria, la linda carbonerilla está en la noche lunada. Toda su carne la cubre un crepúsculo de llamas: Cara y manos de limón, trajecillo de naranja. Con ramas verdes aviva sobre la tierra quemada los tizos de los braseros y surgen de su fogata cohetes que el aire llenan de estrellas desfiguradas. En la entraña de la hoguera gimen locas torturadas, locas que se come el lobo amarillo de las llamas. Carbonerilla, carbón será tu cuerpo en las brasas. El diablo llega de virgen vestido a tu candelaria. Pero está sorda la niña. Hollejos verdes y yaguas hacen crepitar rabioso el corazón de las llamas; y, al resplandor que ellas vierten, resplandor de infierno malva, montes y llanos presentan lejanías de navaja. La carbonerilla juega, juega con candela mala. En los filos de sus ojos tiene doscientas espadas y no ve al lobo amarillo que muestra su boca amarga. Carbonerilla, no sigas velando el trono de brasas: La Virgen de la Candela no vendrá a tu candelaria. Pero está sorda la niña. Y ya el lobo la desgarra las manos, la cara y el trajecillo de naranja. Por la escalera del humo huyen en la noche clara la bella carbonerilla y el girasol de las llamas. * * * Manuel Siaca Rivera nació en Río Grande en el año 1906 |
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