Ocaso
Jesús María Lago
Apaga el sol su enrojecida llama
al sumergirse en los profundos mares,
y vibra entre los cedros seculares
la voz con que la tórtola reclama.
Cimbra en el bosque la flexible rama
al retornar el pájaro a sus lares,
y en lluvia perfumada de azahares
el naranjo sus cálices derrama.
El dorado crepúsculo perdura
desdoblando en el monte y la llanura
la gasa de sus brumas opalinas.
Y oculto entre las yerbas y rastrojos,
satisface sus líricos antojos
el grillo, con ingratas sonatinas.
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