![]() — Canto a la fuente — En el jardín, dormida como un ave encantada, la fuente hila incesante sus bordados de espuma: se diría una novia sonámbula sentada tejiendo un nupcial velo con sus dedos de pluma... En la noche se angustia la fuente corno un roto corazón que ha perdido su amor y su consuelo, y su rumor se escucha como el eco remoto de un clamor dolorido que se eleva hasta el cielo... ¿Qué dolor infinito canta en sus surtidores? Cien hojas secas llevan cadáveres de ensueño, y el rumor de la fuente es un llanto de flores que lloran asustadas corno un niño pequeño... Voz sollozante y húmeda, voz de sueño y fragancia, rayo de sol dormido, llanto oculto y sonoro, vaso de antiguo y noble baccarat, donde escancia el sol sorbos de plata y burbujas de oro... ¡Fuente, hermana doliente, frágil, sutil y pura, qué honda llega tu música dentro del corazón, y qué pozo escondido de dolor y amargura revuelven las caricias de tu suave canción...! El crepúsculo lívido de muchas tardes grises pintó de rosas muertas los senderos floridos, y el sol agonizante dejó áureos matices en las corrientes trémulas de tus chorros dormidos... Mi corazón sangrante vuelve a ti en las serenas melodías de luces de la tarde dormida, a buscar para el hondo gris triste de mis penas una pátina de oro de tu luz escondida... Y cuando de la noche el soplo estremecido con un beso fragante borra del sol las huellas, unen sus serenatas a tu rumor dolido, en tu pecho de virgen, prendidas, las estrellas... Entonces, voz doliente de plata, voz bendita, eres la canción lánguida sin principio ni fin, que entona desde el fondo de la noche infinita mi pobre novia muerta, mi rubia margarita con el acento triste de su voz de jazmín... Pedro Ángel Cebollero nació en San Sebastián en el año 1896 |
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