— Sueño — Tú vuelves, sueño mío, amordazado. Tú vuelves con tu fuerza y bizarría al lustre singular de su hidalguía. ¡Oh, lustre que otros quieren apagado! Yo sé que al fin verás enarbolado tu escudo de blazones a porfía, sorbiendo en el azul la pleitesía de todo un nuevo mundo depurado. Y sé que ya tú escuchas o presientes la frase lastimera de otras gentes que toman tu silencio por desvío... ¡Demuéstrales que no has perdido el brío! Y que aun corre en tus claros afluentes el oro de tu historia y señorío. — Por el negro basalto... — Por el negro basalto de mi cielo sin risa hoy asoma una estrella refulgente y dorada, que en sus cósmicos rayos a mi tierra desliza la divina simiente de su flora encantada... Germinal instintivo: en mis áridos llanos se me arrullan las aves y se cuajan las rosas y se acercan alegres, sin temor a mis manos, cinco mil amarillas y azules mariposas... ¡Oh, Señor! ¡Que no cambie su fulgor de topacio! Que por siempre se quede prendida en el espacio como un raro aderezo que arrebata a la luna. Y al que en mágicas noches se me tiendan los brazos, tras el puro quilate de fúlgidos abrazos que devuelva los nardos perdidos a mi cuna. Pedro Bernaola nació en el año 1919 |
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