![]() — Amoroso ajedrez — Aunque muchos piensen que las piezas no existen, este caprichoso ajedrez vuelve a sus lechos. Vuelven las aperturas. Su imán peligroso. EI magín en que uno es el peón iluso. Evade cuanta trampa aparezca. Vence contrincantes de peso en esa cima en que todo se pierde. AlIí la esencia de la combinación inolvidable. La inusitada escaramuza. Los cuadros de una noche que no tenga fin. Esquivar damas de humo en tránsito al combate. Como si fuese uno entregándose a la contienda al final del camino. Complicidad de las capturas. Arrebato cuerpo a cuerpo. Todo feroz porque siempre es más sutil el desengaño. — Interludio sureño — Puede ser la hoguera de la casualidad, el paladar de un vacío. Fugaz en el hallazgo los cuerpos aterrizan. Episodio, contemplación, abismo, melodía, seducción, la metáfora de pájaros sedientos que en la orilla zozobran. Puede ser el gran olvido sobre la miel de los glúteos. Temblores de cielo entre sílabas y no hay mejor poema que esa pareja de enemigos en el lecho. Puede ser esa línea recta que lleva al amor a New Orleans y del Mississippi superfician los dones de la sombra, las salchichas y mariscos testigos de la primera cópula. Puede ser. Siempre puede ser la blancura de la página la dueña de ese jazz que sólo desde y sólo hacia (o viceversa) puede ser sin ser asfixia. Pedro López Adorno nació en el año 1954 |
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