Por los trigales blondos, en fértil crecimiento,
vuela un cálido soplo de amor. Es el verano
que enciende el campo y pone sobre la flor del viento
perfume, llama y beso, para el festín lozano.
Ruth lleva en las pupilas la gracia del momento,
entre los labios mieles, en la ilusión lo arcano,
y el fruto que mitiga miseria y sufrimiento,
en el cerrado cofre florido de su mano...
Humilde va acopiando la espiga del deshecho,
mientras Booz advierte que sus menudas huellas
encaminadas vienen al fondo de su pecho...
Luego será de noche, y Ruth traerá por ellas
las ánforas nupciales para el agreste lecho,
ante el discreto guiño que cambian las estrellas...