— Las soledades — Las soledades tienen el olor a madera de las casas antiguas, el soplo de los vientos por los muros en ruinas, ráfagas de humedades y el sabor de la herrumbre en las puertas sin dueños. Son frías, con el frío de las casas sin gente, y oscuras como el fondo de las ventanas rotas, tienen la indiferencia muda de los rincones que comen telarañas bajo las muertas sombras. Las soledades tienen el habla de los siglos; por entre las ruindades yo he escuchado sus voces, soplan en las rendijas, dan vuelta a los cerrojos y llaman en los cuartos bajo la medianoche. Se entierran en los ojos y nos persiguen siempre prendidas a la nube de polvo del pasado; a veces son paraguas sin dueños tras las puertas, y sombreros de nadie colgando de los clavos. Se trasmutan y salen a pasear al crepúsculo en carne de murciélago de aterradoras alas; las soledades tienen pasión por transformarse los cuerpos voladores en fuga de paraguas. Buscadla más al fondo de las pupilas graves y escucharéis el mundo de su pasado muerto; la boca de los siglos detrás de los rincones comiendo telarañas ... indiferente al tiempo. * * * — Alba — Amanece... Hay temblor de duchas en las hojas y una de frascos rotos de esencia en el ambiente. Las sombras se desperezan en los confines, que se desnudan húmedos, mientras lejos un ruiseñor hace gárgaras de trinos en la ventana del alba. * * * Samuel Lugo nació en Lares en el año 1905 |
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