Soneto de la soledad
Antonio Cabán Vale
Un día como hoy yo estuve cerca
del esplendor maduro y la tersura
de un ser mío tallado en la penumbra
del cuarto familiar y la cocina abierta.
En donde la caricia fabricada
era de luz, de colmenar ¡dulzura!
de abeja alucinada de ternura
que en el darse crecía y aumentaba.
¡Oh, alero de quietud, árbol de sombra!
que en la torpeza del buscar fue destruido.
¿Dónde persistes tú?, ordenadora
de mi espacio disuelto, torbellino
que inútilmente busca su reposo
y en su ir y venir recobra el giro.
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